martes, 27 de diciembre de 2011

EL ADOLESCENTE EN LA MODERNIDAD LÍQUIDA

Ensayo por Juan León Morales

La modernidad liquida, produce falsas ilusiones, (anula el pasado y renace cada vez, sin causas ni consecuencias, excepto el riesgo de aburrirse)… esta sucesión de renaceres se convierte en un abanico consumista compulsivo que va desde liposucciones  hasta lo último en complementos de moda, todo se hace en nombre de la búsqueda de lo auténtico de ser uno mismo en cada momento.
Zygmunt Bauman

La sociedad evoluciona y con ella sus formas de adaptarse a los cambios ocurridos cada vez más a prisa.  Ojalá estás líneas ayuden a darnos una idea de lo que sucede en la sociedad actual y su influencia en los adolescentes quienes llegan a equiparar los productos con la popularidad, la sensualidad y el talento, además de símbolos de estatus social. Leal (1989). 

Una de las cuestiones más difundidas en la actualidad en diversos países es la identificación de los llamados atajos y la oportunidad de comprar lo que antes había que hacer, de manera tal que muchas actividades que hace algunos años se realizaban de buena gana hoy son concebidas como evitables e incluso desagradables: comprar comida instantánea en lugar de cocinarla es lo de hoy, dar una mordida antes de perder un día en pagar una multa, preferir fruta pelada antes de con cascara, tomar pastillas para adelgazar mágicamente en vez de salir a hacer ejercicio y un larguísimo etcétera.



Basta una pequeña visita al supermercado para darse cuenta de la cantidad de alimentos enlatados, pre-cocidos, de preparación rápida, entre otros,  que están en los pasillos. Pareciera que los consumidores solo necesitan empujar velozmente el carrito por los callejones para tener acceso a aquel mundo de comestibles abundantes.

La consecuencia no se ha hecho esperar, Mayer (en Bauman, 2003) en su estudio realizado en E. U. nos hace saber que los adolescentes consideran una pérdida de tiempo el hecho de tener que limpiar una manzana, incluso demasiado trabajo para las mandíbulas y los dientes en hecho de tener que masticarla, además de una inversión de tiempo excesiva; prefieren beber el jugo envasado directamente.

Esperar se ha vuelto una situación intolerable, el tiempo ha llegado a considerarse  como un recurso valioso; por tanto gastarlo se considera innecesario injustificable e intolerable.
Los conocimientos listos para usar al instante y desecharlos inmediatamente después, es el estilo que prometen los software que aparecen y desaparecen en la estanterías de las tiendas en una sucesión cada vez más acelerada. 

El conocimiento se ha vuelto una mercancía y pretende seguir así, hoy es posible patentar pequeñas porciones de él con el propósito de impedir replicas.La memoria anteriormente tan valorada, y atrincherada tan sólidamente cuanto más tiempo lograra preservar la información, hoy parece potencialmente inhabilitada, engañosa, y muchas veces inútil puesto que es muy difícil  decidir de antemano que será conveniente y que no en nuestro mundo de cambios instantáneos.



La solidez de las relaciones humanas son consideradas como una amenaza, los juramentos de lealtad o compromiso de larga durabilidad auguran un futuro cargado de obligaciones que restringen la libertad de movimiento y aprovechamiento de las posibles oportunidades venideras y aún desconocidas. La responsabilidad de por vida se desdeña como algo repulsivo y alarmante.

Es en esta modernidad liquida donde se considera a la educación como una mercancía,  antes que como un proceso, pasó a ser una cosa que se consigue terminada o relativamente acabada. La implicación esperada es que un graduado aprendió todo aquello que necesitaba saber, es decir, se le exigía para obtener un determinado empleo.

El conocimiento acumulado y objetivamente disponible es enorme y continúa expandiéndose, de modo que el esfuerzo por asimilarlo no debería detenerse el día de la graduación Myers (en Bauman, 2003).

Los jóvenes creen que pueden obtener su educación de una vez y para siempre, como una adquisición única, en lugar de considerarla una búsqueda continua de posesiones cada vez más numerosas y ricas que se agregarían a la ya adquiridas (Bauman, 2003).
Los cambios contemporáneos cada vez más rápidos no encuentran respuesta a velocidad equivalente en muchos sectores, sobre todo en los aquellos cuyo materia prima son los niños, los adolescente y los jóvenes. 

Nuestras escuelas deben aprender a vivir en este mundo sobresaturado de información y preparar a las generaciones para vivir en semejante mundo fijando nuevos objetivos y utilizando nuevas estrategias.

La adolescencia es el momento en que la persona se incorpora a la cultura de la sociedad en que ha nacido Martí y Onrubia (en Fierro, 1997), hoy esa cultura es sinónimo de modernidad liquida (Bauman, 2003) e implica un riesgo para aquellos que no se adapten rápidamente al ritmo de consumo. 

Así pues, como la bulimia, la anorexia, la pubertad precoz, el acné, la voz chillona, y un larguísimo etcétera de problemas puberales, la adaptación tardía a la modernidad liquida acarreará consigo sentimientos de inferioridad, de ansiedad, de vergüenza y conceptos erróneos de la imagen del adolescente que pueden traducirse en verdaderos problemas sociales con el objetivo fijo de acceder a jerarquías sociales, el consumismo y la acumulación.

Un reto más grande todavía en esta modernidad liquida donde el dinero es más libre que la gente (Galeano, 2006), es darse cuenta que existe una felicidad más basta y más pura que la falsa prometida por el dinero. 

Referencias
BAUMAN, Zygmunt (2003).Los retos de la educación en la modernidad liquida, España, Gedisa Editorial.
GALEANO, Eduardo (2006) EL libro de los abrazos, México, Siglo XXI
LEAL, Aníbal (1989). Problemas de alimentación: la obesidad, la anorexia y los festines en cómo sobrevivir la adolescencia de su adolescente, Javier Vergara
FIERRO, Alfredo (1997) EL cuerpo y la imagen corporal, en Eduardo Martí y Javier Onrubia (Coords) Psicología del desarrollo: El mundo de los adolescentes, Barcelona, ICE/ Horsori, Cuadernos de formación del profesorado.

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