viernes, 14 de enero de 2011

SITUACIONES DE RIESGO


INTRODUCIÓN
                                                                                                                Cristian G. C.
Al llegar, por primera vez, a la escuela secundaria técnica ubicada en las cercanías a la ciudad de Morelia, pensé que sería una escuela muy organizada pero, la coordinadora, al presentarse, nos describió las reglas en esa institución, y noté que la frase “muy organizada” no describía a la escuela, más bien sería la palabra “estrictos”.

En el siguiente trabajo se tratará de mostrar la experiencia vivida durante el periodo de prácticas, haciendo realce en la detección precoz de situaciones de riesgo (S.R), que se presentaban a los adolescentes en la secundaria.

En cuanto a la ubicación, la institución cuenta con un terreno amplio, el cual recorrí en la segunda semana de prácticas pero, sí, aquí entra el pero, la escuela está ubicada a orilla de la carretera que va a Quiroga. Para ingresar a la escuela debías registrarte, colocar la hora de entrada, nombre, asunto por el cual se asistía y hora de salida. También debías traer una credencial de elector, la cual se te regresaría al retirarte.

Problemas a los que me enfrente al realizar este trabajo

Antes de iniciar este trabajo creí necesario explicar el porqué este carecerá de algunas partes de su desarrollo pedidas por el profesor. Como lo mencioné en la introducción la palabra que caracteriza a la escuela es “estricta”.

Es ahí donde nos encontramos con un obstáculo que nos hizo prescindir, casi en su totalidad en la fase I, puesto que el respeto de la secundaria hacia los practicantes fue muy bueno, así mismo uno debía corresponderles y no romper las reglas que se nos establecían.

Como esta escuela es “estricta” no me fue posible tomar fotografías de la instalación. En el transcurso de la primera semana de prácticas todo me pareció nuevo debido a que en la semana de observaciones, sólo pude observar un día, posteriormente me asignaron a un nuevo maestro titular. Aunado a esto, teníamos órdenes de que únicamente se asistiría a la hora que nos correspondía y una vez terminada ésta, se procediera a retirarse uno.

Desde un principio la coordinadora nos expresó tácitamente que en la institución, los docentes y otros trabajadores no eran muy cooperativos, y se podrían sentir agredidos si se invadía su espacio o se les cuestionaba.

Además ya había antecedentes de que alguno de nuestros compañeros perteneciente a otra escuela Normal, en años pasados tomó fotografías de la institución, sin tener conocimiento de las reglas, lo que ocasionó que no siguieran dando sus prácticas ahí y que la escuela se viera renuente a abrir las puertas a nuevos practicantes.

De hecho el permiso para que se realizaran las prácticas en este año fue gracias a la amistad existente entre un profesor Normalista con el director de la secundaria.
Una vez abiertas las puertas del plantel la misma coordinadora nos dijo tajantemente, eviten hacer plática con los alumnos ya que se viene únicamente a practicar, no a hacer amistad con los alumnos.

FASE II
SITUACIONES DE RIESGO

Aquellos factores sociales, culturales y escolares que, cuando confluyen, afectan gravemente el desarrollo sano y equilibrado de los adolescentes e impiden que en el futuro se incorporen a la vida adulta con niveles aceptables de bienestar, conforman situaciones de riesgo[1].

Las situaciones de riesgo, según Patricia Herrera Santi[2], aparecen con mayor incidencia en la etapa adolescente. Dado que constituye un periodo no sólo de cambios fiscos, psicológicos y sociales sino que el adolescente intenta construir su personalidad. Motivo por el cual es propenso a recibir todo tipo de información que esté a su alrededor; su mente es constantemente bombardeada por modelos a seguir, de tipo alimenticio, conductual, vestimenta, tecnológicos, etc.

Así el contexto social influye en el desarrollo de las situaciones de riesgo, afortunadamente una detección a tiempo de ellas nos permitiría tener un manejo adecuado de las posibles soluciones las mismas. Así la autora distingue entre factores de riesgo psicológicos en el adolescente: la necesidad de autoafirmación, de independencia, de relación íntima personal y la aceptación por parte del grupo; patrones educativos inadecuados como la sobreprotección, autoritarismo, agresión, permisividad y autoridad derivada que fungen como mecanismos contraproducentes en la formación del individuo ya que impiden el buen desarrollo de la personalidad, de relacionarse en sociedad y mal comportamiento; la frustración aparece, en el adolescente, al no recibir las respuestas y tratos adecuados; y todavía se torna más grave cuando aparece el tema de la sexualidad y por prejuicios se restringe la información, que más tarde él buscará conseguir por otros medios (a veces inadecuados)

Entre los factores de riesgo social encontramos: el inadecuado ambiente familiar, la imitación y la búsqueda del reconocimiento grupal inadecuado; promiscuidad que ocasiona, además, de embarazos y enfermedades la desvalorización del individuo; abandono escolar y laboral, el cual impide el desenvolvimiento de las capacidades; el déficit del nivel escolar, cultural y económico truncan las posibilidades de enfrentar una situación de riesgo.

Contra las situaciones de riesgo (afiliación a grupos violentos, fracaso y deserción escolar, accidentes, embarazos precoces, violencia física y emocional dentro de la familia o en el noviazgo, abuso de sustancias psicoactivas, delincuencia, enfermedades de transmisión sexual, el suicidio, entre otros) se deben propiciar factores protectores que sirvan de vías de solución, encaminados a fomentar una adecuada autoestima, un soporte familiar, educacional y cultural. La SEP establece que “la intervención educativa oportuna y eficaz puede lograr que esos estudiantes encuentren la oportunidad para superar los obstáculos que les presenta un contexto adverso a su desarrollo sano y equilibrado”[3].

Laura Domínguez García[4], del mismo modo, en su estudio sobre adolescencia y juventud, considera este momento de transición como clave en el proceso de socialización del individuo, donde se despliegan las competencias para desenvolverse en sociedad y se adquieren los roles sociales que desempeñarán en la adultez. Sin dejar de lado las edades que se han establecido para el comienzo y termino de la adolescencia y el comienzo y termino de la juventud, la autora se inclina por el determinante “histórico social”.

            Varias concepciones enfatizan el papel de factores biológicos, otras las condiciones sociales y otras el rol psicológico. Además las diversas teorías tienen la característica de establecer estadios o niveles de la adolescencia como universales e invariables y fuera de su determinación socio histórica. Aquí se tendría que agregar, la necesidad de captar, además de, las regularidades y tendencias psicológicas generales (distintivas de cada etapa), el análisis de la expresión particular que adoptan dichas regularidades y tendencias en cada adolescente y joven, como individuo único e irrepetible (factor histórico social).
  
Por lo ya antes mencionado, pareciera que los adolescentes poseen una gran cualidad para verse inmersos en riesgos. Estando estos relacionados con factores: Culturales, Históricos, Políticos, Socioeconómicos o Ambientales. En cuanto a estos riesgos, la detección precoz ayudará a que se vuelvan factores de protección, se podría decir que este es el positivo de un factor de riesgo.

En palabras sencillas los factores protectores son “los recursos personales o sociales que atenúan o neutralizan el impacto del riesgo. Tales factores protectores pueden ser:

v  Buen funcionamiento familiar.
v  Buena utilización del tiempo libre, ocio bien programado; deporte, arte, música, convivencia.
v  Educación.
v  Acceso a servicios de salud de buena calidad.
v  Atención, afecto, apoyo emocional.
v  Educación en salud.
v  Buen estado de nutrición y adecuados hábitos alimenticios.

Fase III

Comparado con lo que ya se explicó anteriormente pudieron identificarse dentro de la escuela diversas situaciones de riesgo. El primero, concerniente a los trastornos alimenticios ya que una buena parte de los alumnos tenían sobre peso.

Pese a lo que esperaba, la cooperativa, no era el problema porque al verificar, personalmente, observé la organización de la venta, higiene y accesibilidad económica. Se vendían dulces pero, en comparación de la comida, los dulces que se vendían eran pocos. La cantidad de grasas e higiene se podían notar fácilmente. E incluso los alumnos se inclinaban por la compra de alimentos en lugar de  chucherías, por lo cual el problema alimenticio está es su casa o puede ser un factor genético.

En cuanto al ejercicio se ve que si se realiza, e incluso se cuenta con un gimnasio. No obstante, no me atrevo a descartar la falta de ejercicio como factor de obesidad, pues recordemos que cada metabolismo es diferente y requiere distintos tiempos y formas de ejercitarse.

Como segunda situación de riesgo se identificó el mal uso del celular, esto fue posible gracias a que se me asignó un nuevo titular, en cuanto a su nombre éste quedará en el anonimato, dicho maestro mediante una charla espontanea me dijo que “los celulares estaban prohibidos” ya que los chicos hacían mal uso de esta tecnología; los adolescentes grababan a sus compañeras bajando el puente peatonal, el cual sirve de acceso a la escuela, pero lo más sobresaliente era que  grababan y subían a internet las peleas que tenían fuera o dentro de la institución educativa.

Al ser subidos a internet lo hacían en una página creada con el nombre de la escuela. La causa de estas peleas puede ser, que los muchachos están predispuestos a la violencia, tal vez, que observan en su casa, tv, amigos o a que piensen que es la moda o simplemente les parece divertido. Por otro lado, el problema radica en la facilidad para subir cualquier cosa al internet.

La otra situación de riesgo debería llamarse Narco-riesgo: un día de la última semana de prácticas fui testigo del manteado que se colocó en el puente peatonal localizado en la misma secundaria, el cual tenía una invitación cordial a unirse al crimen organizado. Este anuncio fue retirado posteriormente por agentes policiacos. La causa se puede encontrar en la falta de control por parte del gobierno hacia estas organizaciones. Otra causa pudiera ser el poder o estatus que es llamativo a los adolescentes.

También, la atracción hacia el dinero fácil puede ser muy tentadora. Recordemos también que la música ínsita a los jóvenes a identificarse con ciertos grupos delictivos; en la música se hace realce de hazañas que realizan personas que aparentemente se sitúan como buenas, invirtiendo los papeles del bueno y el malo.


PROPUESTAS Y ALTERNATIAS DE SOLUCIÓN

Conferencias en cuanto a:

Problemas alimenticios

Uso adecuado de las tecnologías

Auxiliares de terapias psicológicas

Revisión de cooperativas

Revisión de mochilas

Formación de valores éticos y morales (a través de actividades dinámicas).

Actividades recreativas (danza, teatro, ligas de futbol y matinés por las tardes).

¡¡Los problemas se resuelven en familia y la sociedad, sin su participación no existe solución posible!!



BIBLIOGRAFÍA


SEP: Atención educativa a los adolescentes en situaciones de riesgo, México, Secretaría de Educación Pública, 2002, 32 P.

HERRERA SANTI, Patricia: Principales factores de riesgo psicológicos y sociales en el adolescente (trabajo de revisión), La Habana, Cuba, 1998. Pp. 39-42.

DOMINGUEZ GARCÍA, Laura: “La adolescencia y la juventud como etapas del desarrollo de la personalidad. Distintas concepciones en torno a la determinación de sus límites y regularidades”, en Boletín Electrónico de Investigación de la Asociación Oaxaqueña de Psicología, Vol. 4, Número 1, 2008, Pp. 69-76.


[1]  SEP, Atención educativa a los adolescentes en situaciones de riesgo, México, Secretaría de Educación Pública, 2002, P. 12.
[2]  Patricia Herrera Santi, Principales factores de riesgo psicológicos y sociales en el adolescente (Trabajo de revisión), La Habana, Cuba, 1998. Pp. 39-42.
[3]  SEP, Atención educativa a los adolescentes en situaciones de riesgo, México, Secretaría de Educación Pública, 2002, P.12.
[4] Laura Domínguez García, “La adolescencia y la juventud como etapas del desarrollo de la personalidad. Distintas concepciones en torno a la determinación de sus límites y regularidades”, en Boletín Electrónico de Investigación de la Asociación Oaxaqueña de Psicología, Vol. 4, Número 1, 2008, Pp. 69-76.

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